Viajar a la Costa Brava en otoño es una muy buena opción ya que el calor ha bajado al igual que el volumen de visitantes, con lo cual te permite disfrutar de sus playas, de la naturaleza, de sus rincones más ocultos, de una manera tranquila, sin aglomeraciones, donde te enamorarás de la belleza de sus paisajes y de sus inolvidables atardeceres.

Una de las mejores formas para conocer la preciosa zona del litoral es recorrer algunos de sus conocidos Caminos de Ronda. En esta ocasión hablaremos del Camino de Ronda de Palamós.

Palamós es un pueblo de pescadores muy coqueto, conocido por su buena gastronomía, siendo la gamba de Palamós su producto estrella. En la zona del paseo marítimo junto a la Cala Platja Gran puedes encontrar restaurantes con vistas al mar donde disfrutar de sus platos en un entorno idílico.

Iniciamos la ruta tras cruzar a pie su casco antiguo por un camino junto al mar, envuelto de pinos, un sendero sin complicación, donde deberás seguir la señalización de playa del Castell.

Una de las primeras calas que encontramos es la Cala Margarida , una pequeña playa de guijarros con antiguas casas blancas de pescadores. A continuación, se inicia una zona natural con bastantes pinos y con miradores naturales como el de Cap Gros, hasta llegar a la playa de la Fosca que está dividida en dos por una gran roca negra conocida como la Roca Fosca.

Seguiremos dirección norte por una zona muy bien habilitada, con algunos tramos de escaleras donde a medida que avanzamos podemos disfrutar de una panorámica estupenda de la Playa de la Fosca, donde resaltan sus fondos de arena y sus aguas color turquesa.

Justo después llegaremos a los restos del Castillo medieval de Sant Esteve de Mar, que fue construido por encargo de Pere II El Grande, convirtiéndose en un enclave importantísimo para Palamós.

Superado el castillo volvemos a caminar junto al mar por una zona muy bonita: la Pineda d’en Gori con espectaculares pinos blancos de gran altura sobre el mar. También encontramos diferentes puntos señalados como miradores para poder contemplar la belleza del paisaje.

A continuación, pasaremos por delante de unas casas de pescadores blancas con las ventanas y las puertas de madera pintadas con colores alegres coma el azul y el rojo. Son las populares casetas de pescadores de la Cala S’Alguer, una de las más icónicas de la Costa Brava, declarada por la Generalitat Bien de interés Cultural en el 1972.

Y ya en el último tramo nos encontramos con la playa de El Castell, una playa maravillosa con un entorno natural privilegiado, muy típico de la zona, donde podemos practicar snorkel y kayak.

No pierdas la oportunidad de venir y disfrutar de la esencia de la Costa Brava.